
La ansiedad se ha convertido en uno de los problemas de salud mental más frecuentes en la actualidad. Afecta tanto a nivel físico como emocional, con síntomas que van desde el insomnio y la fatiga hasta la irritabilidad o el bloqueo mental. Aunque sus causas pueden ser múltiples y variadas, ciertos patrones de personalidad tienden a repetirse con frecuencia entre quienes la padecen. La psicóloga Ángela Fernández Arenal ha querido arrojar luz sobre este asunto a través de un análisis publicado en sus redes sociales.
Desde su experiencia clínica, Fernández identifica tres rasgos comunes en muchas personas con ansiedad. Estos perfiles, aunque en apariencia positivos o socialmente aceptados, pueden convertirse en una trampa psicológica si no se gestionan adecuadamente. Reconocerlos y trabajarlos es clave para avanzar hacia una mayor estabilidad emocional.
Alta responsabilidad y autoexigencia constante
El primero de los rasgos señalados por la experta es la excesiva responsabilidad. En palabras de la propia psicóloga: "Suelen ser personas muy autoexigentes, rigurosas, disciplinadas, con una muy alta implicación en las tareas, con unos estándares de realización muy altos". Este perfeccionismo puede desembocar en rigidez mental, una característica que, aunque se premia desde la infancia, a menudo genera un desgaste emocional importante. "Si quiere trabajar su ansiedad, tendrá que aprender a ser flexible", apunta Fernández.
Exceso de amabilidad
El segundo perfil que destaca la psicóloga es el de aquellas personas que presentan un exceso de amabilidad. "Son personas a las que les cuesta poner límites y probablemente toleren demasiado", explica. Este patrón se relaciona con el foco constante en las necesidades ajenas, lo que a menudo conlleva un escaso nivel de autocuidado. Para avanzar en su bienestar, es esencial que estas personas aprendan a priorizarse y a establecer límites saludables.
Neuroticismo
El tercer rasgo descrito por Ángela Fernández es el neuroticismo, una característica asociada a personas emocionalmente inestables y con alta reactividad. "Se conocen como personas de alta reactividad, ya que presentan un constante estado de alerta", indica. En ellas, estímulos aparentemente menores, como una mala contestación o un plan frustrado, provocan respuestas emocionales intensas. La psicóloga recomienda integrar actividades que fomenten la serenidad como herramienta para ganar en estabilidad.
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Finalmente, Fernández recuerda que el trabajo personal debe partir desde una mirada amable hacia uno mismo. "Acepta esas tendencias, pero no dejes que te limiten demasiado", concluye. El equilibrio emocional no se logra eliminando los rasgos, sino aprendiendo a gestionarlos con compasión y flexibilidad.